SAN SEBASTÍAN
Y
SANTA FILOMENA
20 de enero: San Sebastián, Mártir
La Iglesia que Dios fundó conmemora a San Sebastián, Mártir, quien prefirió ser soldado de Cristo a ser capitán de la guardia imperial, aunque le costara la vida.
El nombre "Sebastián" significa: "Digno de respeto. Venerable". Sebastián nació en Narbona (Francia), el año 256, en el seno de una familia militar, noble y cristiana, y se educó en Milán, Italia, para seguir la carrera militar de su padre.
Marchó a Roma, donde ya se hacía insoportable la persecución contra los cristianos por causa de la fe, para confortar y ayudar a los seguidores de Jesús de Nazaret. Una vez, un mártir estaba para desanimarse a causa de las lágrimas de sus familiares, pero el militar Sebastián lo animó a ofrecer su vida por Jesucristo, y así aquel creyente obtuvo el glorioso martirio.
El emperador Diocleciano nombró a Sebastián capitán de la primera unidad o cohorte de la guardia pretoriana que tenía como misión escoltar y proteger a los emperadores romanos. Era muy respetado por todos y apreciado por los emperadores Maximiano y Diocleciano, que no estaban enterados aún de que Sebastián era cristiano.
Cumplía con sus deberes y la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios a los ídolos. Aprovechaba su cargo para visitar, auxiliar y animar a los cristianos encarcelados por causa de Cristo. Sin embargo, esta situación no podía durar mucho, y finalmente fue denunciado al emperador Maximiano.
Maximiano lo llamó y le dio a escoger: dejar de ser cristiano y ser ascendido en el ejército, o ser degradado de sus cargos. Lo obligó a escoger entre ser su soldado de confianza o seguir a Jesucristo. El santo, que había hecho su confirmación sacramental, escogió permanecer fiel a Cristo.
Contrariado, el emperador lo amenazó de muerte, pero San Sebastián se mantuvo firme en su fe. Enfurecido, Maximiano lo condenó a morir a flechazos: los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de saetas, retirándose después al darlo por muerto.
Sin embargo, sus amigos que fueron testigos a distancia, se acercaron, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.
Sus compañeros le aconsejaron que huyera de Roma, pero el santo se negó pues su corazón se sintió impulsado a proclamar abiertamente y más fuerza al Rey de reyes y Señor de señores. Se presentó con valentía ante el mismo emperador que lo miró desconcertado, porque lo daba por muerto, y el santo le reprochó con energía su conducta por perseguir a los cristianos.
Murió en el año 288, en Roma. Maximiano, en su dureza de corazón, mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión y tiraron su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián, en el lugar donde hoy se levanta la basílica que también lleva su nombre.
El culto a San Sebastián es muy antiguo; es invocado contra flechas envenenadas, peste, enfermedades y por la conversión de los enemigos de la religión. San Ambrosio pronunció hermosos sermones acerca de San Sabastián. Es patrono de los arqueros, los soldados y los atletas y además es llamado el "Apolo cristiano", ya que es uno de los santos más reproducidos por el arte en general.
Oración
Te rogamos, Señor, nos concedas el espíritu de fortaleza para que, alentados por el ejemplo glorioso de tu mártir San Sebastián, aprendamos a someternos a ti antes que a los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Filomena, una joven mártir de la Iglesia primitiva durmió en el olvido de la historia hasta el hallazgo de sus restos mortales el 24 de mayo de 1802. Ocurrió en el día de María Auxiliadora, durante una de las excavaciones que se hacen constantemente en Roma. La encontraron en la Catacumba de Santa Priscilla, en la Vía Salaria.
En una tumba habían tres losas juntas que cerraban la entrada y en ellas había una inscripción que estaba rodeada de símbolos que aludían al martirio y a la virginidad de la persona ahí enterrada. Los símbolos eran: ancla, tres flechas, una palma y una flor.
La inscripción decía: LUMENA PAXTE CUM FI
Se entiende que estas losas pueden haber sido puestas, en el orden incorrecto, debido a la prisa o al poco conocimiento del latín del obrero. Por lo tanto, la inscripción correctamente puesta se leería: PAX TECUM FILUMENA en español: ¡Paz sea contigo Filomena!
Al abrir la tumba descubrieron su esqueleto que era de huesos pequeños y notaron a la vez, que su cuerpo había sido traspasado por flechas. Al examinar los restos los cirujanos atestiguaron la clase de heridas que la joven mártir recibió y los expertos coincidieron en calcular que la niña fue martirizada entre la edad de 12 o 13 años.
Costumbres de los primeros cristianos
Por el entusiasmo que causaba en los primeros cristianos la valentía de los que morían por la fe, acostumbraban a marcar la losa con el signo de la palma, y ponían al lado un pequeño frasco que contenía la sangre del mártir.
Hechos extraordinarios del descubrimiento
Cuando los científicos estaban transfiriendo la sangre seca a un nuevo frasco transparente, ante todos los que estaban presentes, se sucedió un hecho extraordinario. Para su asombro vieron que las pequeñas partículas de la sangre seca cuando caían en el nuevo frasco, brillaban como oro, diamantes y piedras preciosas y resplandecían en todos los colores del arco iris. (Hasta el presente, se puede observar en algunos momentos de gracia, que estas partículas cambian de color)
Los huesos, cráneo y cenizas junto con el frasco que contenía la sangre fueron depositados en un ataúd, el cual fue cerrado y triplemente sellado. Bajo guardia de honor el ataúd de ébano fue llevado a la custodia del Cardenal Vicario de Roma, a una capilla donde se guardan los cuerpos de santos.
La Congregación de Indulgencias y Reliquias declaró la autenticidad de las reliquias de la mártir.
Datos biográficos
A pesar de tener sus restos mortales, la Iglesia aun no sabía nada sobre la vida de Santa Filomena. Lo que sabemos de esta santa es gracias a las revelaciones privadas recibidas de la santa en 1863 por tres diferentes personas, en respuesta a las oraciones de muchos a que dejara saber quien era ella y como llegó al martirio.
Las personas favorecidas fueron un joven artista de buena moral y vida piadosa, un devoto sacerdote y una piadosa religiosa de Nápoles, la Venerable Madre María Luisa de Jesús quien murió en olor de santidad. (Estas revelaciones han recibido el Imprimátur de la Santa Sede dando testimonio de que no hay nada contrario a la fe. La Iglesia no ha hecho ningún otro pronunciamiento y no garantiza la autenticidad de las supuestas revelaciones. La Santa Sede dio la autorización para la propagación de estas el 21 de diciembre de 1883.)
Historia de la vida según las revelaciones a la Madre María Luisa de Jesús
"Yo soy la hija de un príncipe que gobernaba un pequeño estado de Grecia. Mi madre era también de la realeza. Ellos no tenían niños. Eran idolatras y continuamente ofrecían oraciones y sacrificios a sus dioses falsos. Un doctor de Roma llamado Publio, vivía en el palacio al servicio de mi padre. Este doctor había profesado el cristianismo. Viendo la aflicción de mis padres y por un impulso del Espíritu Santo les habló acerca de nuestra fe y les prometió orar por ellos, si consentían a bautizarse. La gracia que acompañaba sus palabras, iluminaron el entendimiento de mis padres y triunfó sobre su voluntad. Se hicieron cristianos y obtuvieron su esperado deseo de tener hijos.
Al momento de nacer me pusieron el nombre de Lumena, en alusión a la luz de la fe, de la cual era fruto. El día de mi bautismo me llamaron Filumena, hija de la luz (filia luminis) porque en ese día había nacido a la fe. Mis padres me tenían gran cariño y siempre me tenían con ellos. Fue por eso que me llevaron a Roma, en un viaje que mi padre fue obligado a hacer debido a una guerra injusta.
Yo tenia trece años. Cuando arribamos a la capital nos dirigimos al palacio del emperador y fuimos admitidos para una audiencia. Tan pronto como Dioclesiano me vio fijo los ojos en mi.
El emperador oyó toda la explicación del príncipe, mi padre. Cuando este acabó y no queriendo ser ya más molestado le dijo: yo pondré a tu disposición toda la fuerza de mi imperio. Yo solo deseo una cosa a cambio, que es la mano de tu hija. Mi padre deslumbrado con un honor que no esperaba, accede inmediatamente a la propuesta del emperador y cuando regresamos a nuestra casa, mi padre y mi madre hicieron todo lo posible para inducirme a que cediera a los deseos del emperador y los suyos. Yo lloraba y les decía: ¿Ustedes desean que por el amor de un hombre yo rompa la promesa que he hecho a Jesucristo? Mi virginidad le pertenece a Él y yo ya no puedo disponer de ella.
Pero eres muy joven para ese tipo de compromiso -me decían- y juntaban las más terribles amenazas para hacerme que aceptara la mano del emperador.
La gracia de Dios me hizo invencible. Mi padre no pudiendo hacer al emperador ceder y para deshacerse de la promesa que había hecho, fue obligado por Dioclesiano a llevarme a su presencia.
Antes tuve que soportar nuevos ataques de parte de mis padres hasta el punto, que de rodillas ante mi, imploraban con lágrimas en sus ojos, que tuviera piedad de ellos y de mi patria. Mi respuesta fue: No, no, Dios y el voto de virginidad que le he hecho, esta primero que ustedes y mi patria. Mi reino es el Cielo.
Mis palabras los hacía desesperar y me llevaron ante la presencia del emperador, el cual hizo todo lo posible para ganarme con sus atractivas promesas y con sus amenazas, las cuales fueron inútiles. El se puso furioso e, influenciado por el demonio, me mandó a una de las cárceles del palacio donde fui encadenada. Pensando que la vergüenza y el dolor iban a debilitar el valor que mi Divino Esposo me había inspirado. Me venía a ver todos los días y soltaba mis cadenas para que pudiera comer la pequeña porción de pan y agua que recibía como alimento, y después renovaba sus ataques, que si no hubiera sido por la gracia de Dios no hubiera podido resistir.
Yo no cesaba de encomendarme a Jesús y su Santísima Madre.
Mi cautiverio duró treinta y siete días, y en el medio de una luz celestial, vi a María con su Divino Hijo en sus manos, la cual me dijo: "Hija, tres días más de prisión y después de cuarenta días, se acabará este estado de dolor." Las felices noticias hicieron mi corazón latir de gozo, pero como la Reina de los Angeles había añadido, dejaría la prisión, para sostener un combate más terrible que los que ya había tenido. Pasé del gozo a una terrible angustia, que pensaba me mataría. Hija, ten valentía, dijo la Reina de los Cielos y me recordó mi nombre, el cual había recibido en mi Bautismo diciéndome: "Tu eres LUMENA, y tu Esposo es llamado Luz. No tengas miedo. Yo te ayudaré. En el momento del combate, la gracia vendrá para darte fuerza. El ángel Gabriel vendrá a socorrerte, Yo le recomendaré especialmente a él, tu cuidado".
Las palabras de la Reina de las Vírgenes me dieron ánimo. La visión desapareció dejando la prisión llena de un perfume celestial.
Lo que se me había anunciado, pronto se realizó. Dioclesiano perdiendo todas sus esperanzas de hacerme cumplir la promesa de mi padre, tomó las decisión de torturarme públicamente y el primer tormento era ser flagelada. Ordenó que me quitaran mis vestidos, que fuera atada a una columna en presencia de un gran número de hombres de la corte, me hizo que me latigaran con tal violencia, que mi cuerpo se bañó en sangre, y lucía como una sola herida abierta. El tirano pensando que me iba a desmayar y morir, me hizo arrastrar a la prisión para que muriera.
Dos ángeles brillante con luz, se me aparecieron en la oscuridad y derramaron un bálsamo en mis heridas, restaurando en mi la fuerza, que no tenía antes de mi tortura.
Cuando el emperador fue informado del cambio que en mi había ocurrido, me hizo llevar ante su presencia y trato de hacerme ver que mi sanación se la debía a Júpiter el cual deseaba que yo fuera la emperatriz de Roma. El espíritu Divino, al cual le debía la constancia en perseverar en la pureza, me llenó de luz y conocimiento, y a todas las pruebas que daba de la solidez de nuestra fe, ni el emperador ni su corte podían hallar respuesta.
Entonces, el emperador frenético, ordenó que me enterraran, con un ancla atada al cuello en las aguas del río Tiber. La orden fue ejecutada inmediatamente, pero Dios permitió que no sucediera.
En el momento en el cual iba a ser precipitada al río, dos ángeles vinieron en mi socorro, cortando la soga que estaba atada al ancla, la cual fue a parar al fondo del río, y me transportaron gentilmente a la vista de la multitud, a las orillas del río.
El milagro logró que un gran número de espectadores se convirtieran al cristianismo.
El emperador, alegando que el milagro se debía a la magia, me hizo arrastrar por las calles de Roma y ordenó que me fuera disparada una lluvia de flechas. Sangre brotó de todas las partes de mi cuerpo y ordenó que fuera llevada de nuevo a mi calabozo. El cielo me honró con un nuevo favor. Entré en un dulce sueño y cuando desperté estaba totalmente curada. El tirano lleno de rabia dijo: Que sea traspasada con flechas afiladas. Otra vez los arqueros doblaron sus arcos, cogieron toda sus fuerzas, pero las flechas se negaron a salir. El emperador estaba presente y se puso furioso y pensando que la acción del fuego podía romper el encanto, ordenó que se pusieran a calentar en el horno y que fueran dirigidas a mi corazón. El fue obedecido, pero las flechas, después de haber recorrido parte de la distancia, tomaron la dirección contraria y regresaron a herir a aquellos que la habían tirado. Seis de los arqueros murieron. Algunos de ellos renunciaron al paganismo y el pueblo empezó a dar testimonio público del poder de Dios que me había protegido. Esto enfureció al tirano. Este determinó apresurar mi muerte, ordenando que mi cabeza fuera cortada con un hacha.
Entonces, mi alma voló hacia mi Divino Esposo, el cual me puso la corona del martirio y la palma de la virginidad.
Traslado de sus Santos Restos
Después de que las reliquias de la Santa fueron exhumadas, fueron mantenidas en Roma hasta 1805. En ese tiempo el Padre Francis di Lucia de Mugnano, un pequeño pueblo cerca de Nápoles, visitó la ciudad de Roma. El tenía un ardiente deseo de procurar las reliquias de alguna joven mártir para su Iglesia. Ya que el Obispo de Potenza, al cual el acompañó a Roma, apoyaba su petición, el Padre Francis fue permitido visitar el Tesoro de Reliquias, un largo pasillo donde se preservaban las reliquias de varios santos. Cuando se paró frente a la reliquia de Santa Filomena, se llenó de un gran gozo espiritual, y rogó ante ella. El pensaba que el gran heroísmo de esta joven mártir era la inspiración que necesitaban los jóvenes de su parroquia, que su fortaleza virginal los retaría a la pureza.
Las reliquias de Santa Filomena eran consideradas famosas y eran reservadas para algún distinguido prelado.
El pidió las reliquias y al no recibir ninguna respuesta, el P. Francis decidió ir solo a uno de los Canónigos de San Pedro, y pedir otra vez la reliquia. Hizo la petición a nombre del Obispo de Potenza. Le presentaron la reliquia de Santa Ferma.
Los que estuvieron envueltos en la primera petición pensaron que el Obispo de Potenza era merecedor de una reliquia de primera clase. Las reliquias de Santa Filomena fueron dadas al Obispo. Esté a su vez quiso que el pobre sacerdote de Mugnano las tuviera para su parroquia.
De regreso a su pueblo, los viajeros se alojaron en casa de un buen amigo en Nápoles. La señora de la Casa Doña Angela Rose padecía de una enfermedad incurable desde hacia doce años. Ella ofreció vestir las reliquias con la esperanza de ser curada. Las reliquias fueron cubiertas por una estatua de la santa, hecha especialmente para ese propósito y colocadas en una urna de madera. Muchos milagros empezaron a darse. La señora Angela Rose fue instantáneamente sanada al tocar las reliquias. Otros también obtuvieron diferentes sanaciones.
Traslado de las Reliquias a Mugnano
El 10 de agosto de 1805, las reliquias de la Santa fueron trasladadas a Mugnano, a la casa del P. Francis di Lucia. Continuos milagros de toda clase acompañaban el traslado. El día antes de la llegada, por las oraciones de los habitantes, una lluvia abundante refrescó los campos y prados de Mugnano, después de una larga temporada de sequía. El Señor Michael Ulpicella, un abogado, que no había podido salir de su cuarto por seis semanas, fue llevado a donde estaban las reliquias y regresó sanado.
El Santuario de Santa Filomena fue escena de prodigiosos milagros. Entre ellos se encuentra la sanación de Pauline Jaricot.
El Gran Milagro de Mugnano
Pauline Jaricot era la hija favorita de unos aristocráticos franceses. Era muy bella y tenía una atractiva personalidad. No obstante todos los atractivos placeres y sus halagadores admiradores, el corazón de Pauline se movía más hacia las cosas del espíritu que las cosas del mundo, aunque la lucha entre las cosas de Dios y las del mundo era fiera. La gracia triunfó y Pauline va a ser recordada por siempre como la fundadora de la Sociedad para la Propagación de la Fe y el Rosario Viviente.
Aunque Pauline había sufrido anteriormente de la enfermedad que fue la causa de su cura, fue en marzo de 1835, que la enfermedad enseñó signos de gravedad. Esta enfermedad afectaba su corazón, en la proporción en que incrementaba, las palpitaciones se volvían tan violentas que se podían oír a cierta distancia. Un pequeño movimiento o cambio de posición era suficiente para que la sangre corriera violentamente a su corazón, que casi se sofocaba. Su respiración parecía parar y su pulso se volvía imperceptible. Drásticos remedios se le tenían que aplicar para restaurarla.
Durante varios años de tortura, solo tenía pequeños intervalos de alivio. Uno de ellos ocurrió después de hacer una novena a Santa Filomena, después de saber de su gran poder con Dios. Tan solo de mencionar el nombre de la santa, ella experimentaba un gozo y un deseo de visitarla en su Santuario. Pero eso parecía un imposible ya que este quedaba a una gran distancia de Francia.
Actuando bajo una inspiración, y después de saber de su doctor la información de su estado, el cual era tan grave que nada importaba de una forma o otra, ella intentó un viaje al Santuario del Corazón de Jesús en Paray le Monial. Sobrevivió la jornada y se dijo a si misma: "Si no me mató este viaje, iré a Roma a obtener la bendición del Santo Padre", lo cual era la ambición de su vida.
Ir a Roma significaba viajar a través de los Alpes, a través de caminos abandonados; largo y peligroso viaje, aun para las personas en buen estado de salud. Pero Pauline se puso en camino. El dolor que soportó era intolerable. En Cambery, su valor se acababa y casi se resigna a morir lejos de su casa y del Vicario de Cristo. Estuvo inconsciente por dos días. Los alumnos de la escuela del convento de su pueblo hicieron una novena a Santa Filomena por su recuperación, al final de la misma pudo seguir su viaje.
Pauline sufrió una recaída en Loreto, Italia. Después de unos días continuó su viaje. Llegó a Roma casi inconsciente. Las Hermanas del Sagrado Corazón la recibieron con gran amabilidad, su estado era tal que le era imposible dejar el Convento. Parecía que después de tanta dificultad no iba a poder ver al Santo Padre.
Pero la Santa Madre de Dios y Santa Filomena no la abandonaron. Su llegada a Roma fue informada al Santo Padre, el Papa Gregorio XVI, que al saber de su estado decidió ir en persona a ver a esta joven mujer que tanto había hecho por la Santa Iglesia. Esto era un honor y una consolación para Pauline. El Santo Padre fue amable y le agradeció repetidamente su trabajo a favor de la Iglesia Católica, y la bendijo una y otra vez. Le pidió que orara por él cuando llegará al cielo y esta se lo prometió. Entonces ella le preguntó: ¿Santo Padre, si yo vuelvo bien de mi visita a Mugnano, y voy a pie al Vaticano, usted su Santidad se dignaría en proceder sin demoras con la investigación final en la Causa de Santa Filomena?
Si mi hija, replicó el Papa, porque eso sería un milagro de primera clase. Nadie pensaba que ella volvería, debido al estado tan precario de salud.
Era en Agosto y el clima estaba extremadamente caliente. Viajaban de noche para evitar el gran calor del día. Llegaron a Mugnano un día antes de la fiesta de Santa Filomena. Inmensas multitudes se habían reunido para celebrar la fiesta.
La mañana siguiente, Pauline recibió la Santa Comunión, cerca de las reliquias. Sufría unos dolores inmensos en todo su cuerpo y su corazón latía tan violentamente que se desmayó. Las personas pensaron que se había muerto. Las personas que estaban con ella trataron de sacarla de la iglesia, en eso recobró el conocimiento e hizo una señal de que la dejaran cerca de las reliquias. De repente un torrente de lágrimas vinieron a sus ojos, el color volvió a sus mejillas, un brillo saludable sobrevino a sus entumecidos miembros. Su alma estaba llena de un gozo celestial, y pensó que dejaba este mundo para irse al cielo. Pero no era la muerte. Santa Filomena la había sanado. Todavía iba a vivir muchos años para Dios y su Iglesia.
Pauline cuando estuvo segura de su sanación, permaneció en silencio por un tiempo. Pero la Superiora del Convento al ver lo que estaba pasando, ordenó que sonaran las campanas para anunciar el milagro. El pueblo lleno de gozo gritaba "Viva Santa Filomena"
En acción de gracias, Pauline se quedó unos días más. Cuando se fue, llevaba consigo una reliquia grande de Santa Filomena, cubierta en una estatua de la Santa.
Pauline no le había informado al Santo Padre de su sanación. Todos en el Vaticano al oír de su sanación, estaban sorprendidos, sobretodo el Papa cuando la vio ante él en perfecta salud. Su Santidad no lo hubiera creído de no haberlo visto con sus propios ojos. A la petición de Pauline, él le concedió el privilegio de construir una Capilla en honor de Santa Filomena.
Para poder investigar el milagro, el Papa ordenó a Pauline a que se quedará un año entero en Roma. Durante ese tiempo Pauline obtuvo del Santo Padre muchos privilegios para el "Rosario Viviente". Al final del año regresó a Francia.
Papas devotos a Santa Filomena
Papa Gregorio XVI, en Enero 30 de 1837, solemnemente la elevó al altar dando completa autoridad a su culto en todo el mundo católico y por toda la eternidad. Le dio el título de Patrona del Rosario Viviente.En nuestro amor por Santa Filomena seguimos bien la dirección y el ejemplo de los Romanos Pontífices:
Pío IX -En 1849 la nombró Patrona de los Hijos de María.
Papa San Pío X elevó la Archicofraternidad de Santa Filomena a Universal y nombró a San Juan Vianney su Patrón. Este Papa y gran Santo de la Santa Madre Iglesia solemnemente declaró: "... desacreditar las presentes decisiones y declaraciones concernientes a Santa Filomena como no siendo permanentes, estables, válidas y efectivas, necesarias de obediencia, y en completo efecto para toda la eternidad, procede de un elemento que es nulo y vano y sin mérito y autoridad." (1912)
Leo XIII - Antes de su elección al Papado, fue dos veces en peregrinación a su Santuario. Después de ser nombrado el Vicario de Cristo, le dio una cruz de mucho valor al Santuario. Aprobó la Confraternidad de Santa Filomena y la enriqueció con indulgencias. La elevó a Archicofraternidad.
Pío X - Elevó la Archicofraternidad a Universal y nombró a San Juan María Vianney su Patrón.
San Juan Vianney y Sta. Filomena
San Juan Vianney era muy devoto de Santa Filomena. Existía un perfecto entendimiento entre el Cura de Ars y la Santa. La eligió como su patrona y el sentía su presencia constantemente. La llamaba con los nombres mas tiernos y familiares y no dudaba en inducir a otros a que invocaran su intercesión en sus necesidades de cuerpo y alma.
Conoció a la Santa a través de Pauline Jaricot, la cual le ofreció parte de la preciosa reliquia que había obtenido en Mugnano. Inmediatamente se puso a trabajar para erigir una Capilla en su Iglesia y así custodiar con dignidad la reliquia. El lugar pronto se convirtió en escena de innumerables curaciones, conversiones y milagros.
Devociones
A través de las diferentes devociones a Santa Filomena, se han producido muchas sanaciones y conversiones.
Coronilla de Santa Filomena
Novena - que logró la sanación de Pauline Jaricot
El uso del aceite -(de la lámpara que esta encendida frente a las reliquias de Santa Filomena)
En el libro las Rosas de Santa Filomena de St. Elizabeth Seton consta que una mujer recobró la vista, después de tres años de sufrir una enfermedad en sus ojos que le causaba tanto dolor que no podía ni comer, ni dormir.
El uso del cordón de Santa Filomena - El Cordón de Santa Filomena ha sido aprobado por la Sagrada Congregación de los Ritos. Usualmente es usado por dentro de la ropa. No se necesita una ceremonia especial pero debe de ser bendecido antes. Al ponerse el cordón, los que los usan se proponen honrar a Santa Filomena y así merecer la protección de cuerpo y alma, perfecta castidad, el espíritu de fe necesario para los tiempos en que vivimos y la gracia de hacernos violencia, para poder vivir una vida verdaderamente cristiana.
Como con todas las devociones, son una ayuda que solo tiene sentido cuando hay un serio propósito de vivir el evangelio. La vida de Santa Filomena nos da ejemplo de fidelidad heroica a Jesucristo y eso es lo que deseamos imitar.
Santuario y Reliquias
El Santuario de Santa Filomena esta localizado en Mugnano, Italia en la diócesis de Nola, cerca de Nápoles. Fue en esta iglesia que el párroco Don Francis di Lucia, trajo las reliquias de Santa Filomena en 1805. La Iglesia se convirtió en un lugar de peregrinación, donde numerosos favores e inclusive milagros fueron concedidos por la intercesión de Santa Filomena.
La capilla de Santa Filomena se encuentra a media nave, a la izquierda. Arriba del altar se puede ver la figura de la Santa en papier-maché, la cual fue hecha para guardar su huesos. Esta estatua de Santa Filomena fue hecha en 1805. Si se mira de cerca, debajo de las almohadas se puede ver el envase el cual contiene la sangre cristalizada (la religiosa que custodia el santuario nos aseguró cuando visitamos -1998- que la sangre ha sido robada). Esta figura milagrosamente ha cambiado de posición varias veces a través de los años.
El último movimiento que se sabe fue en 1949. En este se puede ver la oreja izquierda de la imagen, que hasta ese entonces no se veía, ni se sabía que existía.
En el relicario procesional del Santuario de Santa Filomena, hay una imagen del martirio de la santa rodeada de reliquias de varios santos; el relicario es usado para bendecir a las personas en las fiestas principales en las que se honra a Santa Filomena.
También hay una estatua de Santa Filomena que ha exudado un aceite milagroso el 10 de agosto de 1823. Esta se expone para ser venerada en su día festivo que es el 11 de agosto.
Santa Filomena, Patrona de los Hijos de María
Santa Filomena
NOVENA
a
San Sebastian
San Sebastián es invocado contra la peste y contra los enemigos de la religión, y además es llamado «el Apolo cristiano» ya que es uno de los santos más reproducidos por el arte en general. Su fiesta se celebra el 20 de enero y ha estado siempre unida a la de san Fabián, en la festividad de los Santos Mártires.
En las representaciones del primer milenio viste la clámide militar como correspondía a su cargo, y siempre imberbe. Durante el Gótico aparece barbado, con armadura de mallas a la moda de la época y con el rico traje de los nobles palatinos. Es mucho más frecuente representarlo desnudo en el momento de ser asaeteado, joven e imberbe, con las manos atadas al tronco de un árbol que tiene detrás y ofreciendo su torso a las saetas del verdugo. El atributo antiguo es la corona de flores en la mano y, en la Edad Media, una saeta y el arco entre sus manos.
DÍA 1
Por la Sagrada Biblia sabemos que la fe es la fuente de toda la vida religiosa. Al designio que realiza Dios en el tiempo, debe el hombre responder con la fe. Siguiendo las huellas de Abrahán, «Padre de los creyentes» (Rom 4,11), los personajes ejemplares del Antiguo Testamento vivieron y murieron en la fe. (Heb 11) que Jesús lleva a su perfección (Heb 12,2) Los discípulos de Cristo son «los que han creído» (Hech 2,24) y que creen (1Tes 1,7)
San Sebastián, dos veces mártir lo es precisamente por su fe. Su vida de fe y su martirio, le hacen son ejemplo que nos ayuda a vivir nuestra vida cristiana y nos facilita la imitación del Hijo de Dios. Es discípulo entrañable del Maestro que con su ejemplo de vida y con su fidelidad, nos conduzca hacia el Padre; es modelo de virtudes, hombre de Dios y heraldo de nuestra fe.
Escucha, Dios de bondad, nuestras súplicas y, por la intercesión de tu mártir San Sebastián, concédenos con tu bondad cuanto te pedimos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
DÍA 2
Hablar de la esperanza es abrirse al porvenir de nuestra vida de fe como Pueblo de Dios, un porvenir de felicidad, al que está llamada toda la humanidad: las promesas de Dios revelaron poco a poco a su pueblo el esplendor de este porvenir, que no será una realidad en este mundo, «sino una patria mejor, es decir, la celestial», «la vida eterna, en la que el hombre será semejante a Dios»(1Jn 2,25; 3,2).
San Sebastián, miembro del Pueblo de Dios, hombre lleno de fe, vivió siempre la virtud de la esperanza. Confió en Dios, se fió de Dios… Las promesas de Dios a su pueblo, ya son una realidad para él. Por eso, porque creyó y esperó en Dios, no dudó en dar su sangre y vive en la vida de los bienaventurados. San Sebastián es imagen espléndida de Dios. Tratemos de imitar sus virtudes; de ser fieles discípulos suyos para merecer también el premio de la vida eterna.
Dios todopoderoso y eterno, por mediación de tu mártir San Sebastián, te rogamos que escuches nuestras oraciones y nos concedas abundantemente lo que te pedimos con confianza. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
DÍA 3
La fe nos hace miembros del Pueblo de Dios. La esperanza nos acerca a Dios, a Cristo, Redentor y mediador nuestro por la confianza y el abandono a su Palabra y sus Sacramentos. La Caridad nos hace discípulos de Jesús, sus hermanos y sus amigos. El que no ama, aunque crea, no puede ser ni discípulo, ni amigo suyo, porque lo grande de la fe sólo puede descubrirse a través del amor.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Trinidad de Personas y Un solo Dios verdadero. La persona adorable de Jesucristo en comunión con el Padre y el Espíritu Santo, solo se revela perfectamente, con toda su intimidad y su amor al corazón que ama. El Amor sumo que todo lo entrega, fue el que llevó al Hijo de Dios a hacerse nuestro hermano, amigo y maestro. También el amor, pero el amor verdadero, el que de veras se preocupa más por el honor de Cristo que por su propia ventaja, nos hará amigos y discípulos suyos. Quien no tiene amor, cree y espera inútilmente.
San Sebastián es para nosotros modelo de fe y de esperanza porque puede serlo también de amor a Dios, y esto, rubricado con su sangre, que es la prueba definitiva de dicho amor: «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos» (Jn 15,13). Imitemos a San Sebastián amando a Dios como él, «no de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad» (1Jn 3,18), con el testimonio de su propia vida.
Tiende, Dios de bondad, tu mano poderosa a tus fieles, para que a ejemplo de San Sebastián te busquen con todo su corazón y vean atendidas sus peticiones. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
DÍA 4
La formidable revelación de Cristo consistió en afirmar que el amor al prójimo era semejante al amor de Dios. Preguntando un fariseo a Jesús cual era el primer mandamiento, Jesús contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22,37-39). Viene a ser el mismo. «Si alguno dice: amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de El este mandamiento: Quien ama a Dios ama a su hermano» (1Jn 4,20-21).
Muchas veces la ausencia de Dios en nuestra vida, quizás no es, en el fondo, más que la ausencia de nuestros hermanos. Jesús murió para crear un mundo donde los hombre se amaran, donde las riquezas estuvieran equitativamente repartidas, donde las naciones se ayudaran entre sí, donde los grandes y los pequeños se sintieran hermanos, donde nadie aceptara ser feliz solo.
Si San Sebastián no hubiera aceptado el martirio, no sólo no hubiera dado al mundo un testimonio del amor que tenía a Dios, sino que hubiera demostrado estar muy lejos de los hombres; sin embargo, al aceptar el martirio para testimoniar su fe, San Sebastián, no sólo demostró amar a Dios, sino que dio un testimonio de amor a los demás. San Sebastián es, pues, un ejemplo vivo de amor a Dios y de amor a los hombres. Imitemos a San Sebastián amando; perdonando como él perdonó a los que lo martirizaron; sintiendo con los demás; descubriendo a Dios en nuestros prójimos.
Que nuestras oraciones, Señor y Padre nuestro, suban a tu presencia y que nuestras peticiones obtengan fruto abundante. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
DÍA 5
La prudencia lo mismo que la sabiduría, es un regalo de Dios y así lo debemos considerar. «El Señor da la Sabiduría y de su boca derrama prudencia e inteligencia» (Prov 2,6). Dios mismo, Sabiduría Eterna, es quien enseña la prudencia a los hombres. «Si la inteligencia es creadora, ¿quién sino la Sabiduría es el artífice del universo? Pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza; lo más provechoso para el hombre en la vida» (Sab 8,6-7). El ser ricos en toda sabiduría y prudencia es un don gratuito de Dios por Cristo. Es Dios mismo, Suma Sapiencia, quien exclama con énfasis: «Mía es la prudencia» (Prov 8,14). Sin embargo no por ser la prudencia un regalo divino hemos de considerarnos libres de la obligación de adquirirla, de aprenderla (Prov 1,3; 4,1; 4,7; 16,18).
Santo es aquel que cumple todos sus deberes para con Dios, para con el prójimo y para consigo mismo y practica todas las virtudes en grado heroico. Para ser santos necesitamos de un modo particular la virtud de la prudencia; ella es imprescindible para conducirnos rectamente por los caminos de la santidad. Todos los hombres estamos llamados a la santidad. (1Cor 1,8-9). San Sebastián, consciente de esta llamada de Dios, quiso ser fiel a ella y por lo mismo pidió la virtud de la prudencia y la vivió con suma exquisitez. Dios se la concedió y San Sebastián supo hacer alarde de la misma en repetidas ocasiones ante el Emperador Maximiano. Imitemos la prudencia de San Sebastián, pidiéndole al Señor y tratando de vivirla siempre como la vivió El, para conseguir así nuestra propia santificación.
Escucha, Señor, nuestras oraciones y concédenos abundantemente lo que no merecemos por nuestros propios medios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
DÍA 6
En el lenguaje de Cristo la justicia conserva el sentido bíblico de piedad legal. Jesús no tuvo inconveniente en definir la vida moral como una verdadera justicia, como una obediencia espiritual a los mandamientos de Dios. Dos vertientes distintas podemos señalar en el mensaje de Jesús a este respecto: una, que formula la condena de la falsa justicia de los fariseos, mejor aún que los más grandes profetas, denunciando la observancia hipócrita de la Ley que hace una religión humanan y soberbia (Mt 23) otra, inversamente, definiendo como verdadera justicia la de los discípulos (Mt 5,17-48; 6,1-8) Efectivamente, los discípulos de Jesús, se liberan de la concepción estrecha y literal de los preceptos, pero su vida es, sin embargo, un bello peregrinar por las sendas de la más exacta justicia, interpretando fielmente la pura y perfecta voluntad de Dios.
San Sebastián es modelo acabado de justicia, precisamente por su fidelidad a las leyes; por su fidelidad a la voluntad de Dios. Mientras que los superiores no intentaron lesionar sus deberes para con Dios, no dudó en dar su tiempo y su vida a las leyes humanas, interpretando que así llenaba plenamente lo que tenía que dar a los hombres. Cuando trataron de pedirle algo que solo debía de dar al Cielo, no dudó en abrazar la voluntad de Dios, aunque en ello le fuera su propia vida, porque era justo y así se lo pedía su conciencia, «dar al César lo que es del César y lo de Dios a Dios» (Mt 22,21). Que la virtud de la justicia, que resplandeció en la vida de San Sebastián resplandezca también en nosotros. Así haremos honor a nuestro Patrón y nos sentiremos felices cumpliendo la voluntad de Dios.
Escucha, Dios de misericordia, las oraciones de tu familia y por intercesión de tu mártir San Sebastián, ayúdala, pues te reconoce como Creador y como Padre. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
DÍA 7
La fortaleza es una de las cuatro virtudes cardinales que consiste esencialmente en la disposición y fuerza para abrazar los sufrimientos y aún la muerte, cuando así lo exige una causa justa, como la gloria de Dios o nuestra propia salvación. El fin primordial de la fortaleza es refrenar las protestas de la sensibilidad frente al dolor y a la muerte, y todos aquellos sufrimientos de pavor y espanto que pudieran de alguna forma hacer retroceder ante los sacrificios por el bien. No es por tanto, propio de esta virtud, apagar el temor de los sufrimientos y la muerte. El fuerte considera los sufrimientos y la muerte como un mal que la naturaleza teme y debe temer, más no tanto que vaya a retroceder por ello ante las más difíciles realizaciones del bien.
El martirio puede definirse diciendo que es el acto de la virtud de la fortaleza por el que se sufre voluntariamente la muerte en testimonio de la fe o de cualquier otra virtud cristiana relacionada con la fe. San Sebastián es modelo para nosotros de fortaleza, ya que con su doble martirio ejerció esta maravillosa virtud, dando al mismo tiempo un testimonio de fe viva y amor a Dios, así como de paciencia y amor a los hombres. Imitemos a San Sebastián prometiendo seguir sus huellas siempre, aunque nos lleven al martirio. Que la virtud de la fortaleza que él practicó tan gallardamente sea una meta a conseguir en nuestra andadura por el mundo, para que así, a ejemplo de nuestro Patrón, pasemos por la vida dando testimonio de la verdad de Dios.
Concede a tu pueblo, Dios misericordioso, la protección de San Sebastián Mártir, a fin de que, por su intercesión, obtenga los beneficios que implora. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
DÍA 8
La virtud de la templanza ocupa el cuarto lugar ente las virtudes cardinales. Esto no quiere decir que tenga menos importancia que las demás virtudes, pues mirando simplemente su cometido es excelentísima (ella es la que nos hace usar del placer para su fin honesto y sobrenatural, en la forma señalada por Dios a cada persona, según su estado y condición). Tomada en un sentido amplio, la templanza, tiene por finalidad mantener en equilibrio todos los afectos y toda la vida del alma, y es necesaria, por lo tanto, dado que por el pecado original entró el desorden en el hombre.
San Sebastián, como humano, tuvo que luchar para vencer la rebeldía de su propia carne; supo posponer su propia vida a la gloria de Dios y esto unido al dominio que en todo momento demostró a lo largo de su vida sobre sí mismo, le hace digno de ser para nosotros modelo sublime de templanza, a quien debemos imitar. Invoquemos su ayuda; pidámosle su valimiento; pongámonos una vez más bajo su custodia para que él nos ayude siempre.
Te pedimos, Señor y Dios nuestro, por la intercesión y los méritos de nuestro Santo Patrón San Sebastián, que escuches nuestras suplicas y nos concedas bondadoso lo que te pedimos humildemente. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
DÍA 9
Si San Sebastián resplandeció en su vida por ese cortejo admirable de virtudes que son la fe, la esperanza y la caridad; la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza; lo fue precisamente por su fidelidad a Dios y por su fidelidad a la vocación cristiana, que para él constituyo siempre el gran ideal de su vida. Por eso antes de fallar en tan noble ideal, prefirió el martirio hasta dos veces.
San Sebastián es modelo de perseverancia para la historia de los santos. Supo luchar y supo vencer. «Comenzar es de todos; perseverar, de santos». San Sebastián comenzó y termino y porque supo perseverar hasta el fin, hoy le invocamos y cantamos sus glorias. Que nuestra vida no sea una vida estéril e infecunda. Que como nuestro Santo Patrón, jamás miremos atrás después de empezar el camino.
PATROCINIO
Patrón San Sebastián, ante ti nos postramos humildemente. Somos tus hermanos. Queremos pedirte, una vez más que nos protejas, que nos bendigas con tu intercesión ante el Cristo, por quien no dudaste dar la vida y ofrecerla al Padre Dios. Quizás no merecemos tu valimiento, porque somos débiles y fácilmente nos olvidamos de las gracias recibidas; sin embargo, nuestra voluntad es buena y nuestros deseos sinceros. Confiamos en tu sangre, derramada por Cristo, para que sea semilla de virtudes en nuestros corazones. Bendícenos rogando por nosotros para que seamos dignos de alcanzar la bienaventuranza eterna. Amén.
INTERCESIÓN
Glorioso san Sebastián, que alcanzaste de Dios tanta fe y caridad; que llegaste a sacrificar tu vida por obedecer a Dios y socorrer fielmente a tus hermanos cristianos. Ahora que vives junto a Dios, escucha las plegarias y súplicas de los que te invocan con gratitud, fe y devoción, y acuden a ti desde los campos, pueblos y ciudades.
Mártir de Cristo, alcánzanos de Dios que, confesando nuestra fe, acojamos el Reino anunciado por Jesucristo con verdadero espíritu de penitencia y vivamos como hijos de Dios.
Que nuestros hogares sean verdaderos templos de amor en donde florezca la santidad, reinen el bienestar, la alegría y la paz.
Que en nuestro trabajo reinen la justicia y la concordia.
Líbranos de todo egoísmo y maldad para que, fraternalmente unidos, vivamos en esta hermosa tierra que Dios nos ha dado de acuerdo con los valores del Reino: especialmente la verdad, la justicia y el amor.
San Sebastián mártir glorioso, lleva nuestros ruegos ante Dios y concédenos tu especial intercesión para que obtener lo que te pedimos.
San Sebastián, atiende nuestras plegarias, ayúdanos a conseguir lo que solicitamos y danos fuerza y confianza, para que siguiendo tu ejemplo de fe, esperanza y caridad podamos alcanzar la vida eterna que Jesús promete a los que perseveran hasta el fin y para que bajo la protección de María, nuestra Madre, lleguemos a Él, fuente de eterna felicidad. Amén.
NOVENA A SANTA FILOMENA
Oh gran Santa Filomena, Virgen y Mártir, obradora de maravillas de nuestra era, le doy las más fervientes gracias a Dios por los dones milagrosos otorgados a Vos, y os suplico impartirme una porción de las gracias y bendiciones de las cuales vos habéis sido el canal para tantas almas. Por la heroica fortitud con la cual confrontasteis la furia de tiranos y el disgusto de los poderosos antes que desviaros de vuestra alianza con el Rey del Cielo, obtened para mí pureza de cuerpo y alma, pureza de corazón y deseo, pureza de pensamiento y afecto.
Por vuestra paciencia bajo sufrimientos multiplicados, obtened para mí una aceptación sumisa de todas las aflicciones que pueda complacer a Dios enviarme y como vos escapasteis milagrosamente ilesa de las aguas del Tiber, en el que fuisteis arrojada por orden de vuestro perseguidor, así también yo pueda pasar a través de las aguas de tribulación sin detrimento a mi alma.
Además de estos favores, obtened para mí, Oh esposa fiel de Jesús, la necesidad particular que ardientemente os recomiendo en este momento.
Oh Virgen pura y Mártir santa, dígnate dirigir una mirada de piedad desde el Cielo sobre vuestro devoto siervo, consoladme en aflicción, asistidme en el peligro, sobre todo venid en mi auxilio a la hora de mi muerte. Guardad sobre los intereses de la Iglesia de Dios, rezad por su exaltación y prosperidad, la extensión de la Fe, por el Soberano Pontífice, por el clero, por la perseverancia del justo, la conversión de los pecadores, y el sufragio de las almas del Purgatorio, especialmente mis seres queridos. Oh gran Santa, cuyo triunfo celebramos en la tierra, interceded por mí, para que un día pueda contemplar la corona de gloria otorgada a vos en el Cielo y bendecir a El quien liberalmente recompensa por toda la eternidad los sufrimientos soportados por Su amor durante esta corta vida. Amén.
ORACIÓN
Oh purísima virgen, gloriosa mártir Santa Filomena, quien Dios en Su poder eterno parece haber revelado al mundo en estos días desastrosos para revivir la fe, sostener la esperanza e inflamar la caridad en almas cristianas, contempladme postrada a vuestros pies. Dignaos, Oh virgen llena de bondad y virtud, recibir mis humildes oraciones y obtener para mí esa pureza por la cual sacrificasteis los placeres más atractivos del mundo, esa fortaleza de alma que os hizo resistir los más terribles ataques y ese ardiente amor por nuestro Señor Jesucristo que los más temidos tormentos no pudieron extinguir en vos. Así que, imitándoos en esta vida, pueda algún día ser coronada con vos en el Cielo. Amén.
¡SANTA FILOMENA, PATRONA DE LOS HIJOS DE MARÍA, ROGAD POR NOSOTROS!
Oraciones de gran eficacia y poder para usarlas en tiempos de prueba, tribulaciones y ataques del maligno, protección especial en el final de
los tiempos dictadas por nuestro Señor Jesucristo a Su instrumento
dócil : "el Discípulo".
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
¡Oh, poderoso Arcángel San Miguel! Que tu brazo y tu espada
poderosa destruyan a los espíritus malignos y tu escudo protector
nos proteja de todo daño, de toda maldad y de todo peligro
A la Iglesia, a nosotros y a nuestros seres queridos. Amén.
ORACIÓN QUE HA DE DECIRSE ANTE JESÚS SACRAMENTADO
¡Oh, Corazón Compasivo y Misericordioso de Jesús mi Señor y Rey Te adoro y Te alabo en tu Cuerpo Sangre, Alma y Divinidad
Corazón Eucarístico de Jesús que estás presente en
Todos los Sagrarios de la tierra, Te doy gracias por el Don de Tu
Amor y me ofrezco como alma reparadora por los sacerdotes
Y por los ultrajes cometidos contra Tu Sacratísimo Cuerpo.
ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
¡Oh, Dulcísima Madre! Por Tus Lágrimas y Dolores nos conceda el Padre Eterno Misericordioso un verdadero
arrepentimiento de nuestros pecados
Y que la Llama de Amor arda en el corazón de
todos los hombres.
Oración a la Madre Hermosa
Madre hermosa que Tu belleza y Tu humildad sean un bálsamo en mis penas y en mi caminar.
Dame las flores de Tu corazón.
Ven a sentarte dentro de mi corazón para que florezcan en mí las virtudes de la fe, la gracia y la santidad.
Bendice mi vida, lléname de Tu amor dulce y tierno para que pueda amar, bendecir y perdonar. Amén.
Oración para pedir el Fuego Sagrado del Segundo Pentecostés
Padre Celestial manda el Fuego Sagrado y Divino a mi corazón.
Haz que arda en mí el fuego vivo del amor.
Inunda mi alma, todo mi ser, toda mi mente, todo lo que soy.
Espíritu de verdad dame el conocimiento y la ciencia, dame la fe absoluta, ilumina mi entendimiento, doblega mi razón y mis sentidos.
Te amo Dios Espíritu Santo, espero en Ti, me someto a Ti al abandono total, a la misericordia y justicia divina.
Quiero vivir desde ahora y para siempre en Tu Divina Voluntad. Amén. Amén. Amén.
Novena a Santa Filomena
Vida y Novenas a San Sebastian y Santa Filomena.
Oraciones para estos tiempos y Remedios
Año 2019
Discípulo ha recibido la indicación, de hacer oración, con diferentes oraciones ya dadas en el tiempo. Una de esas es ésta letanía de la humildad.
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Letanía de la Humildad
(obispo Merry del Val)
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"Dios mío, no soy más que ceniza y polvo”
Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón parecido al tuyo.
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(Después de cada frase decir: Líbrame, Señor)
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Del deseo de ser alabado,
del deseo de ser honrado,
del deseo de ser aplaudido,
del deseo de ser preferido a otros,
del deseo de ser consultado,
del deseo de ser aceptado,
del temor a ser humillado,
del temor a ser despreciado,
del temor a ser reprendido,
del temor a ser calumniado,
del temor a ser olvidado,
del temor a ser ridiculizado,
del temor a ser injuriado,
del temor a ser rechazado.
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(Antes de cada frase decir: Concédeme, Señor, el deseo de…)
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que otros sean más amados que yo,
que otros sean más estimados que yo,
que otros crezcan susciten mejor opinión de la gente y yo disminuya,
que otros sean alabados y de mí no se haga caso,
que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,
que otros sean preferidos a mí en todo,
que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda.
De ser desconocido y pobre, Señor, me alegraré,
De estar desprovisto de perfecciones naturales de cuerpo y de espíritu.
… que no se piense en mí,
que se me ocupe en los empleos más bajos,
que ni se dignen usarme,
que no se me pida mi opinión,
que se me deje el último lugar,
que no me hagan cumplidos,
que me reprueben a tiempo y a destiempo,
bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia,
porque suyo es el Reino de los Cielos.
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Oración:
Dios mío, no soy más que polvo y ceniza. Reprime los movimientos de orgullo que se elevan en mi alma. Enséñame a despreciarme a mí mismo, Vos que resistís a los soberbios y que dais vuestra gracia a los humildes. Por Jesús, manso y humilde de Corazón. Amén.
LA ORACIÓN DEL SALUDO
Aparición del 20 de junio 1646
La “Oración del Saludo” es una de las oraciones que Nuestra Santísima Madre celestial nos ha donado durante las diferentes y numerosas apariciones ocurridas en la historia, para que pudiéramos acercarnos cada vez más a la Fe recibiendo todas la Gracias de que cotidianamente tenemos necesidad.
Esta oración fue dictada por Nuestra Señora el 20 de junio 1646, cuando se apareció a una pastorcita alemana llamada Eulalia, que se encontraba en un prado con su rebaño en Baviera, Alemania.
Eulalia solía conducir su rebaño a un prado donde estaba una imagen de la Virgen, y que ella veneraba con fuerte devoción hasta el punto que prometió rezar, delante de la imagen Mariana, cada día nueve Rosarios. Pero, durante aquel mes de junio en Baviera llegó un calor de tipo excepcional modificando un poco las costumbres, por lo que se volvió más dificultoso mantener la promesa hecha a la Santísima Virgen. El ganado no le dejó el tiempo para rezar, porque tenía que buscar espacios más extensos para encontrar hierbas de pastar.
Fue en ese período que la Madre de Dios se le apareció y le enseñó la “Oración del Saludo”, explicándole que, si rezada con devoción y por tres veces, después haber rezado al menos cinco décadas del Santo Rosario, habría tenido el mismo valor de nueve Rosarios. Le ordenó al mismo tiempo que la enseñara a los demás para que pudiesen obtener los mismos beneficios. Pero, la pastorcita, después de la aparición se dejó vencer por la tentación de no difundir la oración que la Virgen le había donado.
Por este motivo después de su muerte su alma no logró tener la paz que deseaba. Pero, Dios, por intercesión de la Virgen María, le dio la gracia de manifestarse a una persona mientras estaba rezando intensamente. Así la pastorcita pudo decirle que no habría encontrado reposo si no hubiera desvelado a los hombres la oración que le fue dictada por la Madre de Dios. Su alma vagante sólo entonces encontró la quietud deseada y así, cuando por fin la oración pudo difundirse, la pastorcita, quien fue un poco egoísta, logró el consuelo y la serenidad eterna en el Cielo.
He aquí la oración:
LA ORACIÓN DEL SALUDO
(repetir 3 veces después de rezar el Santo Rosario)
¡Dios te saluda, María! Hija de Dios Padre
¡Dios te saluda, María! Madre de Dios Hijo
¡Dios te saluda, María! Esposa de Dios Espíritu Santo
Oh María, yo te saludo 33.000 veces cómo te saludó el Arcángel San Gabriel.
Es alegría de Tu Corazón y también de mi corazón,
que el Arcángel te llevó el Saludo de Cristo.
Ave María …
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[Nota: Esta oración, rezada 3 veces después al menos una parte del Rosario (es decir 5
​
décadas), corresponde a 9 Rosarios. Con esto no se quiere para nada disminuir y/o
sustituir el rezo del Santo Rosario, es más, quien puede o desea, puede rezar todos los
Rosarios que quiere y al final rezar dicha oración 3 veces.]
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Oración dada por la Santísima Virgen a Discípulo:
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*Oración de Renuncia para liberarnos del daño Espiritual*
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Yo___________ en el eterno presente de Nuestro Señor Jesucristo, Rey y Señor mío.
Por la gracia y protección de mi bautismo.
Rechazó en mi persona y en mi familia, en el linaje paterno y materno, cualquier tipo de consagración o rito, que el maligno a través de sus instrumentos de cualquier jerarquía, pretenda lazar en este país que pertenece al Sagrado Corazón y al Inmaculado Corazón de María .
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Pido, humildemente, en espíritu y en verdad, al pie de la Cruz, en el Monte Golgota, ser bañado, sellado y protegido con la Sangre ¨Preciosa que brota del costado abierto del Cordero Inmaculado.
Porque creo, con el poder de la Fe y de la Palabra, que la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo quedó en la tierra para ser invocada. Esa Sangre roja, viva y palpitante, contiene todo el poder de destruir y protegernos de cualquier pretención del maligno.
La Sangre de Cristo nos cubra y nos selle a nuestras familias y a todo México( diga su país) para que se detenga todo mal.
Nos resguardamos en el vientre purísimo de la Santísima Virgen María, inmerso y sellado con esta protección.
Amén.